domingo, 20 de mayo de 2012

Robles y brisas

Regresión a una lírica romanticista, propia de una época de mi vida que parece ya neolítica. Y sin embargo, hay momentos en los que el drama y la pasión de aquellos tiempos parecen volver a cobrar vida y arrancan palabras grabadas en fuego, recuerdos de memorias que ya parecían olvidadas. Y las escribes. Y sonríes con melancolía mientras te dices: "Aún no has aprendido nada, pequeña idiota. Sigues igualita que entonces."


Haré de mi alma un roble de nobles pensamientos que el roce de tu piel queme a fuego lento. Y tus palabras, susurros en el viento, avivarán las llamas de mis sentimientos. Y así, quemaré cuando te acerques, suave brisa, y me apagaré cuando te alejes y te niegues a alimentarme con tu aliento. Y me sentiré morir por tí, por tu libertad y la forma que tienes de desaparecer entre mis ramas, avivando las ascuas de mi corteza marchita.

Y así un día, cuando el fuego se apague y no quede qué quemar, rodeada de pena y ceniza; me daré cuenta de que mi corazón amaderado de fuertes y firmes raíces sigue en pie. Y nuevas hojas brotarán de entre mis frágiles dedos, y mis ojos brillarán bajo la luz de un nuevo sol.

Y tu perfume, con la brisa, se enredará en mi cabello y buscará en mi pensamiento nuevas chispas que encender. Pero tus ojos, como el viento, son ciegos ya y no pueden ver.

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